¿ERES CRISTIANO?

¿Eres cristiano?

Imagínese que estoy sin trabajo y me presento en una empresa que necesita personal para un trabajo muy específico.

Yo nunca he trabajado de una manera tan concreta en lo que me piden.

No nos engañemos, pronto advertirían de mi inexperiencia o incompetencia para realizar el trabajo.

Eso es lo que pasa si tú eres un verdadero cristiano conforme a la Palabra de Dios y ves a alguien que dice ser ‘cristiano’ pero solamente resulta ser un pseudo cristiano, aunque pueda parecer ser un sucedáneo aceptable por tener propiedades parecidas al original.

En otras palabras, es un supuesto o falso cristiano.

Los hay que por tradición de mandamientos de hombres creen ser auténticos cristianos y aun piensan que esto viene de Dios. Jesús lo condena en Mateo 15:2-3

Ser benevolente con uno mismo no le deja ver la realidad espiritual y su gravedad frente a su pecado contra Dios.

Otros, ‘estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, … se complacen con los que las practican’ (Romanos 1:29-32).

1 Corintios 6:9-10 ‘…No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios’.

Pero el peligro que se enfrenta hoy en muchas congregaciones es la presencia de pseudo cristianos.

Leemos en 1 Juan 5:11-12 ‘Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.’.

¿Eres cristiano?, ¿Tienes al Hijo?

Subamos un escalón más. > Efesios 4:21-25 ‘si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él (Cristo) enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros’.

Como a ropa sucia, el cristiano debe despojarse del pasado sin Dios y vestirse de nueva ropa según Jesucristo.

Cuidado con los que dicen ser cristianos, pero no aceptan ‘despojarse’ de lo viejo y sucio.

Pablo le advirtió a Timoteo: ‘Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después’ (1 Timoteo 5:24)

Mateo 5:13-16 ‘Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos’.

La vocación de los hijos del reino es ser la sal de la tierra, que jamás debe perder su sabor; la luz del mundo, que jamás debe ser escondida. ¡Brille, pues, esta luz para la gloria de Dios!

La humanidad, en la ignorancia y la maldad, era como un montón enorme, listo para podrirse, pero Cristo envió a sus discípulos, para sazonarla, por sus vidas y doctrinas, con el conocimiento y la gracia.

Si no son como debieran ser, son como sal que ha perdido su sabor.

Si un hombre puede adoptar la confesión de Cristo, y, sin embargo, permanecer sin gracia, ninguna otra doctrina, ningún otro medio lo hace provechoso. Nuestra luz debe brillar haciendo buenas obras tales que los hombres puedan verlas.

 ¿Se ofenderían los miembros de alguna congregación si hoy viniese Pablo y les dijera: Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos? (2 Corintios 13:5).

Surge aquí una nueva cuestión para otro estudio: ¿qué es estar en la fe?, ¿qué implicaciones tiene?

• El ofendido

El ofendido

Texto inspirado en el artículo de HE Phillips

Lo siento por si alguien se ofende por la simple enseñanza de las Escrituras, pero no puedo alterar la palabra de Dios para complacerme ni a mí ni a nadie. Me preocupa, no porque la verdad haya ofendido a alguien, sino porque uno se sintió ofendido por lo que la inspiración enseña.

Generalmente se espera que la mayoría de la gente se oponga violentamente a cualquiera que ataque su fe. Uno no es valorado en estos esfuerzos de exponer el pecado. Más bien es acusado de oponerse a todos los que creen de manera diferente, o de clasificar a todos los demás, que pertenecen a «otra iglesia», como ignorantes.

Estas declaraciones amargas se esperan de los fanáticos religiosos.

Sabes y sé que muchas opiniones sobre un hecho no pueden ser todas verdaderas. ¡Alguien está equivocado!

Si iniciaras un largo viaje y tomases el camino equivocado, ¿te enfadarías con alguien que señalara los letreros y te mostrara el camino correcto? Ciertamente no; le agradecerías amablemente.

¡Pero la religión es un asunto diferente!

¡USTED no podría estar equivocado en la religión!

USTED siempre ha creído en lo que ahora cree, y esa parece ser la evidencia de que tiene razón.

El público razonará sobre cualquier cosa que no sea la religión.

Con la religión, ni siquiera considerarán nuevas pruebas.

No te estoy escribiendo estas cosas para hacerte un enemigo. No menosprecio tu capacidad de razonar y entender. Por inspiración, Pablo una vez usó estas palabras en respuesta a aquellos que se oponían a su enseñanza: «¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?» (Gálatas 4:16).

Es una condición lamentable que las buenas personas morales no razonen sobre la palabra de Dios, sino que rechacen todo esfuerzo realizado para mostrar lo que la Biblia dice como autoridad religiosa.

La súplica que le hago a usted no es irracional. Solo te pido que leas la Biblia y trates de modelar tu vida religiosa según los ejemplos de los primeros cristianos, y te olvides de los mandamientos y las viejas tradiciones de hombres sin inspiración.

Algunas doctrinas se basan en uno o dos pasajes de las Escrituras que se citan incorrectamente o se sacan de su contexto. Estas interpretaciones están en desacuerdo con otras Escrituras sobre el mismo tema.

Como ejemplo: Las condiciones de la salvación. Continuamente se cita Hechos 16:31 o Juan 3:16 para probar que la fe es la única condición para el perdón de los pecados. Pero no consideran la respuesta que Pedro dio a aquellos en Pentecostés: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados»(Hechos 2:38). O la gran comisión del Señor: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo» (Marcos 16:15-16).

No sostengo de ninguna manera que la fe no es un medio de nuestra salvación. Soy consciente de que «sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Pero la fe de la Biblia no es fe que no muestra obras. Santiago dijo: » Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y NO SOLAMENTE POR LA FE» (Santiago 2:24).)

En el versículo 26 dijo: » Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta». El escritor de la carta a los hebreos, dijo que la obediencia es necesaria para la salvación. Escúchalo. «Y habiendo sido perfeccionado, él (Cristo) vino a ser autor de eterna salvación para TODOS los que le obedecen» (Hebreos 5:9).

Señalo esto no para menospreciar la fe, insisto en que es importante para la salvación, sino para mostrar que la fe sola, como algunos enseñan, no es el único medio para procurar la salvación.

La división religiosa es pecaminosa. Pablo enseñó esta lección en 1 Corintios 1:10: «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer»

Sostengo la doctrina de Cristo y sus apóstoles. «Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!» (2 Juan 10). No hay lugar en el evangelio para el compromiso.

¿Pero por qué me molestas con asuntos religiosos? puede preguntar uno. Amigos, estoy bajo la comisión del Señor: «id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura».

Tu alma es preciosa a la vista de Dios.

Quiere que sepas la verdad para que tengas la oportunidad de ser salvo.

Tienes derecho a saber lo que la Biblia enseña.

No quiero que nadie me crea, pero sí cree en las palabras inspiradas del Nuevo Testamento.

No me sigas a mí, sigue a Cristo.

Si alguien me muestra por la Biblia qué he enseñado el error, lo corregiré públicamente de inmediato.

Verán si no he declarado la verdad del Nuevo Testamento en este artículo o en cualquier otro.

El cristianismo es importante para ti, ya sea que te des cuenta o no.

La eternidad se cierne ante ti.

Tu destino depende de lo que hagas en esta vida.

Desecha las doctrinas de los hombres y aférrate a la doctrina de Cristo.

Regrese a las enseñanzas de los apóstoles y te encontrarás en un terreno seguro.

• ¿Qué es la predicación del evangelio?

¿Qué es la predicación del evangelio?

Texto inspirado en el artículo de HE Phillips

Cada predicador denominacional dice ser un predicador del evangelio.

Dado que lo que predican causa un estado dividido entre los cristianos profesos, una de dos cosas debe ser verdadera: o el evangelio mismo produce estas divisiones, o estos predicadores realmente no están predicando el evangelio.

No hace falta ser un erudito para saber que el Nuevo Testamento condena la división entre los hermanos en Cristo. Por lo tanto, la predicación del evangelio no crea divisiones entre los cristianos.

Volvamos a la pregunta: ¿Qué es la predicación del evangelio?

El Nuevo Testamento nos da la respuesta a todas las preguntas sobre la predicación del evangelio; esto implica quién, cuándo, dónde, qué, cómo y por qué.

«Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo» (Hechos 5:42).

«Y nos mandó que predicásemos al pueblo…» (Hechos 10:42).

«…la palabra de fe que predicamos…» (Romanos 10: 8).

«Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio» (Hechos 8: 4).

«Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios…» (Hechos 8:25).

«…cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado…» (1 Corintios 2:1-2) «…¡ay de mí si no predico el evangelio!» (1 Corintios 9:16)

«Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo…» (Hechos 8:12)

«Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor…» (2 Corintios 4: 5).

«A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col. 1:28).

«Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2 Timoteo 4: 2).

«Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría…» (1 Corintios 2: 4)

«…que con denuedo hable de él, como debo hablar» (Efesios 6:20).

«…usamos gran sencillez de expresión» (2 Corintios 3:12).

«Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad…» (Tito 2:15).

Podríamos seguir citando versículos que describen las características de la predicación del evangelio. Una cosa, sin embargo, es sobresaliente en todos estos versículos: la palabra de Cristo, y solo la palabra de Cristo, como fue revelada por los apóstoles en el Nuevo Testamento, debe ser predicada.

Esto se debe hacer con valentía y sencillez de expresión que no se puede condenar. Debe hacerse para agradar a Dios y no a los hombres. Ese es el poder de salvar a los que le creen y le obedecen.